miércoles, 18 de febrero de 2009

Completamente enamorada

Me confieso: estoy enamorada. Profunda y completamente enamorada. A más no poder. Estoy tan enamorada que me duele un poquito. Me angustia tanto amor que siento. No lo puedo controlar. Creo que nunca antes me había pasado así. Con esta intensidad. Con esta devoción. No soy capaz de decir que no. De negarme a alguna petición. De enojarme. Y eso que yo soy muy, muy enojona. Esos ojitos me miran y yo sucumbo. Y me derrito entera. Quisera estar todo el tiempo con ellas. Todo el tiempo del mundo. Quisiera comprarles la luna si me la pidieran. Quisiera que nunca sufran. Que nunca sientan dolor. Que nunca tengan pena. Que nadie las haga daño. Me volví de Estados Unidos para estar cerca de ellas. Y no vivir en países separados. Quería verlas crecer. Reír. Jugar y saltar. No quería perderme nada. Amo con total devoción a mis sobrinas. Me las quisiera comer. Apretarlas hasta que se peguen a mi como una lapa. No soporta que sufran. Corro ante cualquier indicio de pataleta. Corro a complacerlas. Soy lo peor que hay en términos educacionales, pero no me importa. Porque no tolera verlas llorar. Pasarlo mal. Estar tristes. Me angustia pensar que van a crecer, y van a dejar de ser niñas. De impactarse con cualquier cosa. De creer todo lo que les digo. Como por ejemplo que pasó el Ratón Pérez en la mitad de la noche con una bolsa grande, grande llena de monedas. Y ellas abren sus ojos, tan grandes como la bolsa del ratón Pérez y me miran conmocionadas. Cómplices conmigo con aquel tamaño secreto que acabo de develar. No quiero que se hagan grandes. Quiero que sean siempre así, chiquitas, pequeñitas, revoltosas, atuénticas.
Mis maravillas queridas, han llegado a mi vida a alegrarme el corazón y el alma. Les quedaba debiendo un post. Acá está para cuando aprendan a leer.