domingo, 25 de enero de 2009

Hoy

Hoy quiero decirte que ya pasó un año desde tu partida. Pero. Qué es un año para ti? Un año tal vez es lo que tarda en caer la hoja del árbol. Y tocar el suelo. Allá donde tú estás, un año quizás no es nada, porque según lo que dicen, el tiempo y el espacio no existen, en el lugar donde estás. Y sin embargo, acá donde aún sigo yo, un año son 365 días y en cada uno de ellos, hoy te quiero decir, que me he acordado de ti. A veces con pena y nostalgia, en su mayoría, otras con alegría al recordar los mejores pasajes que compartimos juntos: cuando nos conocimos, cuando vivíamos en concepción, cuando estuvimos un año viviendo en EEUU. No sabes lo bien que lo pasé. No sabes todos los recuerdos fantásticos que tengo de ese año. El mejor de todos contigo. Santiago. Santiago fue el comienzo del fin de nuestra historia. En Santiago cambiaste. Y te fuiste. Y lo nuestro se acabó. En Santiago te convertiste en otra persona y nunca comprendí muy bien lo que te pasó. Pero. Ahora, un año después, entiendo que tal vez, me protejiste, y te fuiste antes para que yo no muriera contigo el día de tu partida, pues bien sabías que eso yo no lo podría superar. Nunca. Entonces todas las piezas encajan como en un buen puzzle. Y alguien, o quizás tú, te sacó de mi camino a tiempo. Hoy quisiera preguntarte si me escuchas. Si me ves. Dime una cosa: Puedes verme? Puedes leer mis pensamientos? Puedes oir lo que te digo? Puedes leer lo que te estoy escribiendo ahora? Es verdad lo que me dijiste días después de tu partida? Es verdad que me vas a proteger siempre y que siempre estarás detrás mio y de F, ayudándonos a caminar juntos? Estás realmente con sus hermanos? Es verdad lo que me dijiste o sólo lo soñé? Así como he soñado tantas veces contigo. Las señales que he recibido tuyas son señales o son meras coincidencias? Cómo lo puedo saber? Sabes que hoy en EEUU tienen un presidente negro y que Bush, el hombre que no soportábamos, se fue a vivir a Texas? Lo sabes? Sabes que cuando vi el cambio de mando por la televisión me acordé de ti. Mucho. Me acordé de cuando vivíamos en DC y de todos los paseos que hicimos. De todas las veces que recorrimos la ciudad arriba de nuestro Ford Taurus verde. Qué será de ese auto? Sabes tú, allá donde estás, que tu funeral fue el día más triste de mi vida. Y los días siguientes también. Que lloré tanto, tanto. Y F lloró conmigo. Sin haberte conocido. Él lloraba por ti. Todos llorábamos por ti. Sabes que me llamó mucha gente? Y recibí muchos correos cariñosos de gente con la que no hablaba hace años? Lo sabes tú? Sabes que antes de que partieras te hablé. Y te dije que te soltaras de tu cuerpo y dejaras de sufrir. De luchar por una vida que ya no tenía sentido. Te dije que ya habías hecho lo que tenías que hacer acá. Que te necesitaban en otro lado. Para hacer cosas más importantes. Entonces supe que esa noche te irías. Y apagué mi teléfono celular. Y sin pensarlo, me tomé algo para dormir. Bendita pastilla que me ayudó a desconectarme de todo y me dejó inconciente en un sueño profundo que sólo se vio interrumpido cuando me vinieron a avisar sobre lo de tu partida. Pero. Yo ya sabía que tú te habías ido. Y que acá, en este plano, ya no estabas.
A tu funeral te llevé unas rosas blancas que corté de nuestro jardín. Y te las dejé encima de tu ataud. Conocía a muy poca gente. Tu funeral fue una escena surrealista. Donde nada tenía mucho sentido. Había tanta gente que nunca conocí. Tanta gente. Cómo había cambiado tanto tu vida en tan solo un año? Aún no me lo explico. Me sentí fuera de lugar y aún así, me enfoqué en ti, en nuestros cinco años juntos, en los mejores momentos que compartimos, y el resto, los extras de la película, se desvanecieron de mi vista y di rienda suelta a las emociones que en ese minutos me embargaron. Entonces comencé a escribir esta novela. Y todos esos sentimientos se volcaron al papel. Porque tú sabes que lo mío es escribir. Y, también sabes, que eres parte principal en este proyecto. Hoy quiero desearte un bueno viaje. Hoy quiero pedirte, que si puedes, me acompañes en el mio. Y tal vez, si es que todo lo que dicen es cierto, nos vamos a volver a ver. Me encantaría que así fuera. Si no, qué sentido tiene todo esto?

lunes, 19 de enero de 2009

Mesa para uno

Así se titula mi primera novela: Mesa para uno. Trata -en muy grandes rasgos- de una mujer soltera, que va contra todo tipo de prejuicios y ella se planta en su mesa para uno. A sus treinta y tantos. Mientras todos emparejados, ella se sienta en su mesa. Sola. Y le vale madre. Esta semana, he ido dos veces al mall y las dos veces tuve hambre y las dos veces entré a uno de mis restoranes favoritos y pedí una mesa para uno. Me senté, vi la carta, pedí mi comida y la engullí feliz. Estoy feliz con mi nueva modalidad. Me costó treinta y tantos implementarla pero estoy realmente contenta con haberlo hecho. Me evito el tema de buscar a alguien que me acompañe. Ponerme a llamar por teléfono. Coordinar horarios, etc. Si me da hambre, me planto en el lugar que me gusta y como. Acá en este país de cartuchos y gente cuadrada, no se usa mucho eso de salir a comer solo, podrían hacerlo, porque es muy práctico, además de barato. La cuenta siempre sale muy económica. Claro, cómo no, si era mesa para uno.